- Fecha de nacimiento: 26 de mayo de 1908, Atizapán de Zaragoza, México
- Fallecimiento: 22 de septiembre de 1969, Ciudad de México, México
- Presidente antecesor: Adolfo Ruiz Cortines.
- Educación: Universidad Autónoma del Estado de México (1929-1934).
- Partido: Partido Revolucionario Institucional.
- Sexenio: Del 01 de diciembre de 1958 al 30 de noviembre de 1964.
- Modelo económico: Modelo de desarrollo estabilizador.
- Política económica: Hacer crecer la economía manteniendo estable la inflación y la polaridad de la moneda.
- Política social: Represión a los movimientos populares y la aplicación del estado corporativo.
Gobierno.
- Construcción de hospitales infantiles
- Creación de la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos
- En 1960 se lleva a cabo la nacionalización de la Industria Eléctrica
- Manifestación de los primeros juegos olímpicos en México
- Creación del ISSSTE
- Revolución cubana
- La OEA rompe relaciones con Cuba en 1964
- Crisis de misiles
- Búsqueda de nuevos mercados, México es visitado por 23 jefes de estado
- Creación de la ALALC
Vida.
Político mexicano, presidente de la República entre 1958 y 1964. Siendo estudiante comenzó a impartir clases en la Escuela Nacional de Maestros de Toluca, al tiempo que escribía en el periódico estudiantil Ímpetu.
Fue secretario particular del gobernador del Estado de México, coronel Filiberto Gómez, y de Carlos Riva Palacio, presidente del Partido Nacional Revolucionario (PNR), y llegó a ocupar la secretaría general del comité del PNR en el Distrito Federal. En 1928 optó por el vasconcelismo y, tras el triunfo de Pascual Ortiz Rubio, en 1929, se exilió voluntariamente a Guatemala, aunque regresó poco después. Fue interventor del Banco Nacional Obrero y, desde 1933 hasta 1943, de Fomento en los Talleres Gráficos de la Nación.
En 1946, cuando Miguel Alemán asumió la presidencia de la República, Isidro Fabela fue elegido senador por el Estado de México y López Mateos quedó como suplente. Al ser nombrado Fabela representante mexicano en el Tribunal Internacional de La Haya, López Mateos ocupó su lugar en la Cámara Alta y lo ostentó hasta 1952. En 1952 dirigió la campaña presidencial de Adolfo Ruiz Cortines, en cuyo Gobierno fue ministro de Trabajo y Asuntos Sociales (1952-1957). El 4 de noviembre de 1957 se anunció su candidatura a la presidencia de la República y fue elegido en julio de 1958.
Adolfo López Mateos tomó posesión el 1 de diciembre de 1958. Como al inicio de su gobierno aún perduraba el conflicto de los ferrocarrileros y la represión sólo había agravado la magnitud de los problemas, optó por una política que resolviera el descontento laboral a través de medidas para elevar el nivel de vida de los trabajadores. Por ejemplo, propició el alza salarial, medida que benefició especialmente a los obreros de la rama industrial y a los empleados de las paraestatales, o empresas propiedad del Estado. Además no se permitió que tomaran fuerza los dirigentes sindicales que no hubieran demostrado lealtad al gobierno. No obstante, hubo cierta apertura: se creó una nueva central obrera, la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), y surgió el Movimiento Liberal Nacional, relacionado con la revista Política, ácida publicación que desafiaba al sistema.
A causa de los conflictos agrarios de 1958, López Mateos cambió la política en ese sector. Durante su gobierno se repartieron más de 16 millones de hectáreas y se organizaron ejidos ganaderos en varios estados del país. Desde la época de Lázaro Cárdenas no se había llevado a cabo un reparto similar. En el fondo se buscaba mayor control sobre las organizaciones de masas con miras a la estabilidad política.
A pesar de las medidas sociales, el gobierno de López Mateos empleó "mano dura" en algunos casos. Por ejemplo, el pintor David Alfaro Siqueiros fue encarcelado durante años por haber criticado al gobierno de México en países de América Latina que el presidente planeaba visitar en giras oficiales. Además, el dirigente agrario morelense Rubén Jaramillo fue asesinado en 1962 sin que se aclararan nunca los hechos.
En el terreno político destacó la ley electoral que permitió a los partidos de oposición reconocidos ostentar algunas diputaciones. Era suficiente que el partido en cuestión obtuviera un porcentaje mínimo del total de la votación para quedar representado en el Congreso de la Unión. Esto permitió crecer a los grupos opositores, en especial al PAN, que se perfilaba como el más fuerte de ellos y se benefició con esta medida en las siguientes elecciones. El Senado permaneció integrado exclusivamente por priístas.
Por lo que se refiere a la educación, se instituyó la gratuidad de los libros de texto para la escuela primaria. Algunos sectores se opusieron a esta medida porque les parecía distinguir en ella la voluntad del gobierno de socializar la educación y consideraban exagerada la interferencia del Estado en la formación ideológica de los niños. Las protestas no trascendieron y el secretario de Educación, Jaime Torres Bodet, pudo continuar con el programa. Para entonces, el gobierno ya había demostrado mayor tolerancia y proliferaban las escuelas particulares.
Aunque las relaciones con Estados Unidos eran cordiales, la revolución cubana fue motivo de tensión. En 1961 Cuba ya se había declarado socialista y había establecido nexos estrechos con la Unión Soviética y China. Se trataba de una propuesta más radical que la planteada en su momento por la Revolución Mexicana. Estados Unidos veía con gran disgusto el surgimiento de un país socialista en América Latina, sobre todo tan cerca de sus costas, por lo que presionó a los países de la región para que rompieran sus relaciones con Cuba. México se rehusó, defendiendo el principio de "no intervención", y alegó que en uso de su soberanía podía tomar la decisión que considerara más conveniente. Durante varios años fue el único país latinoamericano que mantuvo relaciones con el gobierno de Fidel Castro. A pesar de la actitud de México, el presidente John F. Kennedy visitó el país en un ambiente de gran cordialidad.
Para el "desarrollo estabilizador" que se había propuesto el gobierno era determinante la cooperación con Estados Unidos. En 1960, el gasto público se había incrementado en el 27 por ciento, mientras uno de los primeros objetivos del gobierno era mantener el valor de la moneda. Para evitar que se estancara el proceso de industrialización, el Estado invirtió en infraestructura del sector petroquímico y siderúrgico. Además, como no se habían incrementado los impuestos, el gobierno recurrió a préstamos internos como base de financiamiento. Estados Unidos, después de la creación, en 1961, de la Alianza para el Progreso, parecía más dispuesto a otorgar créditos a los países de América Latina. Ese año el gobierno destinó una tercera parte de su presupuesto al pago de la deuda pública. La inversión extranjera se orientó básicamente a la industria manufacturera, lo mismo que en el sexenio anterior.
La industria eléctrica se nacionalizó en 1960. El gobierno compró la American and Foreing Co. y la Mexican Light Co. Éstas fueron operaciones regulares de compraventa, por lo que no se presentó problema alguno. La medida reflejaba el deseo de lograr un control más amplio de la producción, ya que la generación de energía eléctrica era vital para la industrialización del país. En total, la producción industrial creció en el sexenio el 51.9 por ciento; destacaron las ramas automotriz, química, petroquímica, mecánica y de papel.
El sector público invirtió, básicamente, en petroquímica, electricidad, siderurgia y asistencia social. En este rubro destacó la creación del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE). Para coordinar la inversión pública se creó la secretaría de la Presidencia y al poco tiempo comenzaron a surgir planes de desarrollo. La industria manufacturera quedó en manos de empresarios privados, nacionales y extranjeros. No obstante, la dependencia de la tecnología extranjera fue en creciente aumento. En la agricultura, durante el gobierno de López Mateos sólo se prestó atención al cultivo de maíz y frijol, productos muy ligados a la política de estabilidad de precios que se buscaba.
En el momento de la sucesión, dentro del PRI había dos posibles candidatos: Gustavo Díaz Ordaz, secretario de Gobernación, y Donato Miranda Fonseca, secretario de la Presidencia. López Mateos se inclinó por Gustavo Díaz Ordaz, pues le parecía más adecuado para proseguir la política estabilizadora que él había propiciado.
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